De reptiles, secretos, sabuesos y coronas





Sería injusto pretender que esta historia lo cuenta todo, como no lo hizo Camaleones en su día, ni El Secreto de Gio o Insight. Esos tres primeros volumenes aportaron, cada uno, una visión de la historia mayor, y del mismo modo hace ésta.

Camaleones tuvo el privilegio de presentarnos al grupo de La Doctora, después de escondernos a la niña Paulina y mostrarnos personajes algo extraños que parecían meros espectadores de lo que estaba pasando, como el Payaso y el Arlequín. Y de paso, como si tal cosa, nos contó una historia cerrada: la de un secuestro que lo tenía todo para no ser resuelto en toda una vida.




camaleones

Entonces llegó El Secreto de Gio, que puso el foco en el propio grupo, que ya que nos lo habían presentado tenía todo el sentido del mundo. Y mientras buscabamos a Héctor, aprovechó para ahondar en la relación existente entre ellos. Llama la atención la de los dos hermanos, el bocazas y chulesco Gio, el mayor, y el chaval que roza la adolescencia, Mario, tan enfadado con el mundo que niega la palabra a todo dios. Literalmente. Mario no habla no porque sea mudo, sino porque no le da la santa gana. Ya lo hizo en Camaleones, pero entonces como que no tenía mucho que decir ni nosotros que escuchar de él, estando como estábamos pendientes de los pasos de los policías encargados del caso, y de la madre de la niña, que no acababa de entender por qué aquel hatajo de raros la secuestraba para, según ellos, ayudarla... Aquí se nos viene a decir que Gio tiene un secreto, sí, pero que no sólo él. Hay alguien en el grupo que aún guarda otro mayor y peor. El misterio planteado al comienzo, dónde está Héctor, se revela, la historia se cierra por tanto, pero, eh, no la otra, la Historia Central encuentra un hueco para escapar, y, sí, por supuesto, Héctor se escapa con ella. No es espóiler. Tenía que escaparse porque la historia central es ésa precisamente: la búsqueda de Héctor. Encontrar a Héctor es encontrar al niño Nilo, que es lo que mueve al grupo protagonista. ¿Cómo van a encontrar al niño en el segundo volumen, si faltan cinco más? Aún hay mucho más que contar. Conocemos al grupo, a sus miembros y lo que quieren, pero no la verdad. No toda, al menos.




El Secreto de Gio



¿Y qué pasó con Insight, con su inefable inspectora Marot, su ladrón amante de las lenguas muertas y sus dos asesinas empeñadas en acabar con medio Saint Gauche?

Que también aquí nos contaban una historia cerrada con la historia de Nilo como hilo de unión entre las dos precedentes y esta tercera. Que nadie se deje engañar por las tres chicas de oro que se pasean por tan bonito y turístico lugar. Nuestros amigos se han de enfrentar a un ladrón que ha matado a un aristócrata y al que persigue una sabuesa de cuidado llamada Volga Marot. Y sí, el grupo se enfrenta a ladrón y policía, cuando realmente lo que quiere es perseguir a Héctor, que ahora sabe que se ha escapado a París. Y sí, la historia vuelve a cerrarse cuando, de hecho, los cinco se las ven con la sabuesa y su presa. ¿Y qué pasó, pregunto? Pues que después de todo lo que tenía que pasar (la hecatombe, las asesinas, la joya, el azúcar, el asunto del hospital y la residencia, el del hostal y el acantilado, las garras del ahorcado, la música, el réquiem y todo lo demás), el grupo sigue viaje a París.




Insight



Y aquí nos encontramos con La Balada de la Reina, con los cinco en París, de nuevo tras la pista de Héctor, al que, por cierto, ya le vimos la cara y escuchamos su voz en El Secreto de Gio. En aquel momento no nos dio la sensación de ser, en el fondo, un mal tipo, con aquello de no permitir que Tessa subiese a por sus llaves, evitando así que ésta volase por los aires poco después. Entonces hablaba de música y daba consejos sobre irse de vacaciones, nada que ver con gente que hace tratos con monstruos como La Peregrina. Igual no era tan majo, después de todo, aunque en el fondo ya lo sabíamos porque se nos había dicho que es un asesino a sueldo que pone bombas. A Héctor, por cierto, no le encontramos en este cuarto libro. En su lugar, se nos presenta al Hombre de los Naipes, un tipo oscuro, complejo, que forma parte de una secta secreta con raíces en los altos cargos del Poder, así con mayúsculas. Un tipo relacionado con los bajos fondos y los altos. Y con los Rossovic, de los que no se sabe prácticamente nada todavía... 

Estos últimos merecen una entrada a parte. A modo de resumen y por no dejaros con la mosca, os diré que en este libro se nos dice de los Rossovic que forman una familia de siete miembros, todos psicópatas, pero los que tienen más peso en esta parte de la historia son la madre (Ma Bice, que como ya da a entender el nombre es una matriarca, recordemos a Ma Shaleg y Ma Sik), el padre (Lordlock), el crío (Dante), el no tan crío (Quento, otro al que reservamos entrada para otra ocasión, éste es el hermano mayor de los cinco hermanos) y una de sus hermanas, la rubia Divina; a las otras dos, Talía y Hela, sólo se las menciona.



La Balada de la Reina

 

Bien, la Balada de la Reina es la antesala del comienzo, el germen del que va a brotar algo inmenso. No por nada, en realidad, le falta su segunda parte, pues en un principio la Balada de la reina y la Edad Oscura eran un mismo volumen destinado a llamarse precisamente La Edad Oscura, pero se dividió la historia por motivos de extensión, lo cual yo creo que se agradece, porque el quinto volumen ya entra en materia a saco y es mucha la información. Digamos entonces que aquí (en el cuarto volumen) se abre la puerta y se ve la habitación entera pero que aún hay sombras, hace falta encender la luz. Hasta ahora sólo mirábamos a través del ojo de la cerradura: sabíamos que ahí dentro había algo, pero no exactamente qué. Ahora ya vemos lo que hay en la habitación, aunque faltan cosas (¿qué dice el Hombre de los Naipes respecto a la barca de remos y el iceberg?) 

Por otro lado, Michelle define Lázaro así: 

«Quedamos hace horas, pero tú no acudiste a nuestra cita porque preferiste recuperar tu plumífero. Y yo te he dejado hacerlo por respeto a Vincenzo, que te lo regaló. Yo deseaba mostrarte mi tierra, Mario. Te hubiese enseñado el camino a un mundo como éste, en el que nada te hubiese resultado desconocido. Los mismos edificios, la misma gente, los mismos objetos y carteles, parques, aceras, farolas y tejados. Centenares de miles de historias escritas en el mismo aire que respiramos ahora Vincenzo, tú y yo. Un mundo, el mío, lleno de gente que vive al límite todos los días, sueña una hora cada tarde y se alimenta por la noche. Mi gente no comprende a gente como tú, Mario; vosotros le parecéis una especie extraña, irrespetuosa, mentirosa, débil y dormilona. Por eso quería presentarte a algunos de ellos. Yo no creía que tú fueses así. [...] Tú podrías haber entrado conmigo en uno de los sitios nombrados de mi mundo, en mi tierra, si hubieses llegado a la hora, tal como te pedí. Los míos no te hubiesen hecho nada por respeto a mí. Pero tú preferiste ir a buscar tu plumífero y tus otras cosas.»


En la Balada de la Reina el grupo, buscando a Héctor, encuentra pistas extrañas en varios diarios, una cadena que conecta a diversas personalidades, que traman, que conspiran, que se relacionan peligrosamente con esa parte de la Humanidad a la que nadie ve ni sospecha de su existencia. Pero he aquí que existe un tarro llamado Lazarus tras el cual corren todos y por culpa del cual la alianza (sí, existe una) entre los poderosos y Lázaro no puede progresar (ya se sabe que la ambición y la desconfianza de los hombres es legendaria). Ícaro se frota las manos. Va a pasar lo inevitable. Su Edad Oscura se acerca cada vez más.

La trama envuelve a los protagonistas sin que sepan por dónde les llegan los palos. La hija del empresario siciliano a la que Gio debía sonsacar el paradero de su padre, que ha contratado a Héctor, es secuestrada. Tessa asume la responsabilidad de liberarla, pero no le sale muy bien... El Enviado, el único que hubiese podido ayudarla de veras a conseguirlo, no está esta vez a su lado, porque para demostrar su lealtad a Lázaro y ganarse el perdón de las matriarcas, acepta la misión de acabar con importantes personalidades relacionadas con la Alianza. Por otro lado, el nuevo amante de Tessa, el Pájaro de Fuego, aguarda la orden de las matriarcas para entrar en acción y asesinarla.

La Embajadora de Siccio y su secretario mantienen esta conversación al respecto:

—Todo Lázaro aguarda un movimiento definitivo suyo para seguir en paz o, por el contrario, entrar en guerra. Ícaro está deseando dar el siguiente paso con tal de salirse con la suya... No podemos permitir que nuestro mundo colapse, no de ese modo, y todo por una simple mujer.

Una  mujer muy simple, sí.

Y ahora, ¿qué hemos de esperar?

Lo irremediable, querido. ¿Qué, si no, estando las cosas como están? Lo irremediable es lo que llevamos esperando tres años y es lo que vamos a esperar.

Espero que se esté refiriendo a ella.

A su grupo y a ella, claro. El destino del Grupo de La Doctora está sellado. A estas alturas, nadie da un duro por ninguno de esos cuatro condenados. Ella siempre temió que le enviáramos un lazarino; resulta que uno va y otro está ya allí con ella. ¡Y, encima, tan lista como se cree, confía en los dos!

El señor Australia asintió y, antes de volver a brindar, dijo:

Irremediable es lo que le va a pasar, sin duda. Y no se lo espera.


Pues eso. Que es de esperar el irremediable e inevitable, el quinto: La Edad Oscura. Del que, por cierto, puedo avanzar ya algo: La Reina Negra. Talía y Hela en la batalla de Polonia. La Amazona. Las Hijas del Pez Volador. La Torre. Los Mushers. El Explorador. El Santuario de Siccio. La Montaña de Oro. Nada va a volver a ser igual.






El volumen número cinco, La Edad Oscura, promete ser lo que la Balada de la Reina nació para ser pero no se le dejó porque se le cortó su segunda parte, tan importante como la primera para entender toda la verdad. Os contaré más cosas en cuanto se publique. (Si no queréis esperar, os dejaré el link del quinto libro en cuanto esté listo. Por ahora, aquí os dejo dónde podeis conseguir el libro cuatro, por si queréis entender mejor las cosas que acabo de contar).

También podéis haceros con los primeros volúmenes (Camaleones, El secreto de Gio e Insight), claro, y empezar por el principio para descubrir qué es lo que no os he contado, que, dicho sea de paso, aunque no lo parezca, es bastante: No os he dicho qué le pasó al final a la niña con la que arranca y crece Camaleones, ¿verdad? Ni cuál era el secreto mejor guardado de Gio, ni qué descubrió la sorprendente Volga Marot en Insight. Y tampoco he escrito una línea sobre la parte de Lockton 33, de lo que pasó en Innsbruck, de la verdadera identidad del Hombre de los Naipes, de las cartas, del asesino de Inn...

Es mucho lo que he dejado en el tintero, pero, lo siento, no haré espóilers, que queda feo.






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